viernes, 22 de abril de 2011

SANTOS OFICIOS: JUEVES SANTO DE LA CENA DEL SEÑOR

Durante éste día de Jueves Santo  nos hemos acercado a nuestra madre iglesia para conmemorar el acto de humildad de Jesús con sus discípulos.
"Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de éste mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote ,el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y tomando una toalla, se la ciñe; luego, echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándolos con la toalla que se había ceñido....."    JUAN 13, 1-


Después de los santos oficios, adoración de Jesús en el Sagrado Monumento.Oración y amor fraterno.
Jueves Santo, día del amor fraterno.Señor, gracias por tu amor hasta el extremo. Gracias por el sacramento de la Eucaristía, que te hace realmente presente, vivo y vivificante en mi vida, gracias por el sacramento del sacerdocio ministerial, al que llamas a quien tú eliges. ¡Santifícalos de verdad, mantenlos en la fidelidad!.

HORA SANTA: Oración, contemplación y meditación. Reunidos en torno a Él por intercesión de nuestra madre.

Debemos hacer nuestras, por asimilación, aquellas palabras de Jesús: “desiderio desideravi hoc Pascha manducare vobiscum” –ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros. De ninguna forma podremos manifestar mejor nuestro máximo interés y amor por el Santo Sacrificio, que guardando esmeradamente hasta la más pequeña de las ceremonias prescritas por la sabiduría de la Iglesia. Y, además del Amor, debe urgirnos la “necesidad” de parecernos a Jesucristo, no solamente en lo interior, sino también en lo exterior, moviéndonos –en los amplios espacios del altar cristiano– con aquel ritmo y armonía de la santidad obediente, que se identifica con la voluntad de la Esposa de Cristo, es decir, con la Voluntad del mismo Cristo. (Forja, 833)

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